Paul Bonneau (1918–1995) fue considerado por todos sus contemporáneos como el líder de la música sinfónica ligera francesa: colaboró en una cincuentena de grandes películas y numerosos cortometrajes, ya sea como compositor o como orquestador, y compuso músicas para ballets así como operetas. Dedicó varias piezas notables al saxofón, que actualmente son referencia en el mundo. Su Capricho en forma de vals para saxofón solo (1948) pronto gozó de una fama internacional; la virtuosidad está en el corazón de esta fantasía que es mucho más una obra de concierto que un simple estudio.